miércoles, 21 de julio de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 22 DE JULIO DE 2021

 Jn 20,1.11-18: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?


El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto».

María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron:

«¿Por qué estás llorando, mujer?»

Ella les contestó:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto».

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo:

«Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?»

Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió:

«Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto».

Jesús le dijo:

«¡María!»

Ella se volvió y exclamó:

«¡Rabbuní!», que en hebreo significa “maestro”.

Jesús le dijo:

«Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios”».

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.



Hoy celebramos la fiesta de Santa María Magdalena, apóstol de los apóstoles. Es decir, la enviada del Señor hacia los demás apóstoles=enviados.


Antes del envío (“ve a decirles a mis hermanos…”), Jesús le pregunta a María, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?


Son unas preguntas que muestran que a Jesús le importamos, quiere ayudarnos, está pendiente de nosotros. Busca calmarnos en nuestras ansias, como a la mujer samaritana. Somos su “dedicación”. 


Sintamos que Jesús nos hace esa pregunta a nosotros. ¿Qué es lo que me preocupa?

¿Qué es lo que ansío?

¿Qué es lo que me deja inquieto?

¿Qué espero?

¿Qué espero de la vida?

¿Qué espero de Dios?

¿Qué espero de los demás?

¿Qué me falta en la vida para ser feliz?

¿Qué es lo que me da tristeza?


Parecen preguntas de un psicólogo, pero son preguntas fundamentales que buscan llegar al corazón. Muchas veces, me puede dar tristeza la injusticia, o la impotencia de no poder hacer nada, etc. Es decir, no las situaciones personales, pero sí la afectación en lo personal de otras situaciones que nos trascienden.


También en esas preguntas que no encontramos solución, Jesús quiere ser nuestra fortaleza. Por eso, al final la pregunta decisiva (ya algo dirigida), ¿A quién buscas? Porque en definitiva buscamos a Jesús aunque no lo sepamos. Él es la medida de nuestro corazón.

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