martes, 6 de julio de 2021

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 7 DE JULIO

 Mt 10,1-7: Id a las ovejas descarriadas de Israel.



En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el fanático, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

-No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.

Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca.


En la perícopa que envía a los apóstoles les da una instrucción: “no vayan a la tierra de paganos, …pero si vayan a las ovejas descarriadas de Israel” y decid que el Reino de los cielos está cerca.


Entiendo que Jesús les está enseñando poco a poco y por eso no les envía a regiones de paganos, sino sólo a judíos. Sin embargo, si les envía a las ovejas descarriadas de Israel. La primera misión es ir a los que se han aflojado, escandalizado, desencantado. Puede que quizá sea más difícil que ir a la región de paganos.


Jesús nunca da a nadie por perdido. Si se han “descarriado” es porque no conocen que el Reino de Dios está cerca. Quizá, las situaciones de la vida, el ejemplo de las otras personas, o incluso una mala enseñanza de la doctrina, ha hecho en esas personas el desencantamiento. 


Mirando ahora a nuestra Iglesia y sociedad, vamos añadiendo ingentes cantidades de personas que se han ido alejando, desconectando, sea por la razón que sea, y muchas veces, por nuestra culpa. La primera misión es ir a ellos y purificarles la visión de Dios y de su misión. Somos los brazos de un Dios que siempre lucha por aquellos que se han ido, de los que no se les ha dado la oportunidad de que lo conozcan. Puede que nosotros seamos unos brazos rotos, porque no creemos de verdad que haya una nueva oportunidad para aquellos que se han desencantado. Muchas veces, vemos su situación como de “no retorno”, y nos olvidamos que para “Dios nada hay imposible”.


Hagamos el mea culpa sobre nuestros errores y falta de pasión en nuestra vida cristiana y vayamos a infundirles la vida nueva que da Jesús.

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