1º DÍA mirada de FE
Me sentí disgustado cuando vi el cartel de la fiesta de la Inmaculada. No aprovecha esa mirada que tiene la talla. Se lo dije al que lo hizo y me dijo que ya han utilizado muchas perspectivas y ángulos.
Y mientras se discute si eres rosarista o afligidista, a mí me cautivó la mirada de esta talla, desde el primer día, desde aquel 10 de julio que quedé con Marcos para ver los lugares y lo que él me enseñara.
Es verdad que vengo predispuesto dada mi siempre devoción a la Inmaculada. Pero aquella mirada me cautivó.
Celebrar a la Inmaculada es celebrar su Pureza, y como diremos en el prefacio: purísima. Ese es el título que se le da a esta advocación muchas veces.
En esta cultura pansexualista, entendemos la pureza sólo en la materia sexual. ¡Que pena!, es sólo la punta del iceberg. Es mucho más profundo.
La pureza esta en el corazón y se manifiesta en la mirada. El evangelio dice dichosos a los limpios (o puros) de corazón. María es de corazón puro, aquí también veneramos una imagen del Inmaculado Corazón de María. Así es su corazón, así es su mirada.
Mírala a ella, déjate mirar por ella. María es la de la mirada limpia. Para tener un mirada limpia como la de María hay que poner nuestra mirada en Jesús para ver a través de Él (como el lago del año de la misericordia, teniendo un ojo compartido entre Jesús y Adán).
Me gustaría hacer referencia a tres aspectos en la mirada de María, cada día uno de ellos: María tenía una mirada de fe, una mirada de esperanza, una mirada de amor.
Hoy me toca hablar de la mirada de fe.
Nos cuesta mirar con mirada de fe, es algo que tenemos que aprender.
María siempre tenía una mirada de fe en todos los acontecimientos: y lo hacía meditando todo en su corazón, llevándolo y presentándoselo todo al Padre para que curara su mirada de las cosas, las realidades, las personas.
Es tan necesaria una mirada de fe en los tiempos que corren. Una mirada que trascienda, una mirada que veo todo en su contexto, en su perspectiva, todo en su justa medida. Una mirada como la de María.
María destaca por su fe, destaca por su mirada de fe. ¿Como miraba María a los discípulos de su Hijo? No los miraba con desdén, sino con compasión, con amor. Aquí está la fe, es capaz de mirar más allá, no ver el pecado, el error, sino la gracia de Dios que está contenida en el otro.
Santa María de la mirada limpia, muéstranos a Jesús; pon a Jesús en nuestros ojos, como lo llevabas retratado en los tuyos. Quiero ver todo desde Jesús, con los ojos de Jesús. Que yo vea las cosas como tú las ves, Señor, que viniste a enseñarnos a mirar.
Santa María de la mirada limpia, quita la suciedad de nuestros ojos y de nuestro corazón, y haz de nuestros ojos, instrumentos de evangelización, portadores de la Buena Noticia.
Santa María de la mirada limpia, Inmaculada Concepción, ruega por nosotros.
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