lunes, 18 de diciembre de 2023

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL 19 DE DICIEMBRE DE 2023

 Lc 1,5-25: Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista.


En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.

Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.

Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.

Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.

Pero el ángel le dijo:

«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elias, "para convertir los corazones de los padres hacia los hijos", y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías replicó al ángel:

«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».

Respondiendo el ángel, le dijo:

«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».

El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.

Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa.

Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:

«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mí para quitar mi oprobio ante la gente».




Reflexión


En la lectura de hoy hay un gran simbolismo: por un lado está el paralelismo entre Jesús y Juan; el simbolismo del nombre de Juan; y el simbolismo de lo sagrado mudo que representa su padre.


Comentaré sólo esto último. El resumen, que condensa la enseñanza capital de este extenso y detallado relato, consiste en esto: el hombre sagrado (el sacerdote Zacarías), en el templo (espacio sagrado), en el momento de la oración (tiempo sagrado), durante la ofrenda del incienso (ritual sagrado), no son ya ni los medios, ni las condiciones, para aceptar el mensaje de Dios, el designio de Dios, la fe en Dios. La consecuencia es que “lo sagrado” se queda mudo. Ya no comunica nada, ni dice nada. A Dios hay que buscarlo de otra manera o por otros medios. Esto no significa el final de la religión, sino el desplazamiento de la religión. Buscar y encontrar a Dios es buscar y encontrar el sentido de la vida. Es lo que ahora llamamos “la creación de sentido”. Dijo Jesús ante la samaritana: “que ahora adoraremos al Señor en espíritu y en verdad”.


Ni Juan Bautista estuvo vinculado a “lo sagrado”. Ni Jesús tampoco. Los dos fueron hombres asociados a “lo profético”.


Es decir, el cristiano, el cristianismo, más que un conjunto de normas, costumbres, doctrinas, es sobre todo, la entrega de vida a un proyecto de Dios para construir el Reino, que llamamos voluntad de Dios. A ello dieron toda su vida Jesús y Juan Bautista.



En las vísperas de hoy


Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos; ante quien los reyes enmudecen, y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más.

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