viernes, 8 de diciembre de 2023

3º DÍA DEL TRIDUO A LA INMACULADA 2023. 7 DE DICIEMBRE DE 2023. MIRADA DE AMOR MISERICORDIOSO

 “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Y si los humanos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, significa que para ser felices y realizarnos verdaderamente como personas, necesitamos amar y ser amados. Solo cuando se experimenta el amor de Dios, se puede amar sincera y generosamente a sus criaturas, empezando por nosotros mismos (cf. Mc 12, 30).

El amor es la esencia misma de la vida: nace de Dios y debe regresar a Él a través de los hermanos. Es imposible amar a Dios si no amamos a los hermanos. El apóstol Juan lo ha expresado con suficiente claridad: “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, pero aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve no puede amar a Dios, a quien no ve” (1Jn 4, 20). Por eso el distintivo mejor y más auténtico de la vida cristiana radica en el amor. 


El amor fraterno, como exigencia fundamental del evangelio cristiano, no brota espontáneamente, es consecuencia necesaria de la caridad divina. Por eso también ella es virtud teologal, porque viene de Dios como un don que espera una respuesta. Dios ama y siempre es fiel a su amor. María se la presenta en la biblia en el texto de la anunciación como la llena de gracia, que no es otra cosa que la caridad de Dios.


El papa Francisco, en su Mensaje para la Cuaresma del año jubilar de la misericordia, lo expresa abiertamente, y nos muestra a María no solo como ejemplo de misericordia, sino como “icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada”, María canta proféticamente en el Magníficat la misericordia con la que Dios la ha elegido. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales”[6]. Y al concluir el mensaje insiste: “La Virgen María, fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1, 48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1, 38)”.


En la bula de convocatoria al Jubileo Extraordinario de la Misericordia en estos términos: “El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor.


María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús”.


Un texto muy elocuente, que ilustra bastante bien la caridad y la solidaridad de María, es el que nos narra el episodio de la Visita a su prima Isabel (cf. Lc 1, 39-45). En Isabel están representados todos los necesitados de ayuda y de solidaridad, y María acude presurosa a ofrecer su generoso servicio: “Al enterarse por el ángel de que Isabel está encinta, corre de inmediato a visitarla. Va de prisa, dice Lucas. El Evangelio siempre mete prisa, empuja a abandonar las costumbres, preocupaciones y pensamientos propios. Y ¡cuántos pensamientos tenía María en aquellos momentos, después de que la Palabra de Dios alterara completamente su vida! El Evangelio nos hace superarnos y nos impulsa a dejar nuestras casas y salir de nuestras preocupaciones para ir al encuentro de quien sufre o nos necesita, como la anciana Isabel, que está afrontando una maternidad difícil. Podríamos decir que una joven muchacha sale al encuentro de una anciana señora. Isabel apenas ve que la joven María se acerca a su casa, se alegra profundamente en sus entrañas… Es la alegría de los débiles y de los pobres cuando son ayudados por los “siervos” del Señor, es decir, por aquellos que han creído en el cumplimiento de las palabras del Señor. La Palabra de Dios crea una alianza inusitada, la alianza entre los discípulos del Evangelio y los pobres, entre los jóvenes y los ancianos”.

Si quisiéramos recurrir a otro texto elocuente donde se muestra la solidaridad de María y sus entrañas misericordiosas, podríamos también referirnos a Jn 2, 1-11. En este episodio de las Bodas de Caná, es evidente que María sabía ponerse en el lugar de la otra persona, sentía las necesidades y sufrimientos ajenos como propios. Gracias a esa sensibilidad caritativa de María aquella familia de Caná pudo superar un momento de gran preocupación y angustia; pero más que ese hecho puntual, allí se muestra la bondad del corazón de María, siempre cercana de quien sufre o pasa necesidades y dificultades. Su intercesión ante su Hijo, a favor de los atribulados, sigue obteniendo la más generosa respuesta de Jesús, que así como adelantó su “Hora” en las Bodas de Caná, sigue mostrando su misericordia hacia todos aquellos que sufren, ante la maternal intercesión de María. Y de paso, allí nos dejó la más grande, profunda y sencilla lección que constituye el verdadero discipulado cristiano: “Hagan lo que Él les diga”.



Santa María de la mirada limpia, muéstranos a Jesús; pon a Jesús en nuestros ojos, como lo llevabas retratado en los tuyos. Quiero ver todo desde Jesús, con los ojos de Jesús. Que yo vea las cosas como tú las ves, Señor, que viniste a enseñarnos a mirar.


Santa María de la mirada limpia, quita la suciedad de nuestros ojos y de nuestro corazón, y haz de nuestros ojos, instrumentos de evangelización, portadores de la Buena Noticia. 

Santa María de la mirada limpia, Inmaculada Concepción, ruega por nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario