jueves, 15 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 15 de noviembre

Lc 17,20-25: En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: –El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros. Dijo a sus discípulos: –Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación. Ya Jesús nos quiere advertir: "El Reino de Dios no vendrá espectacularmente". Es más el Reino de Dios ya está aquí y está entre nosotros. No pensemos solamente en una realidad espiritual, sino en una realidad total, dado que el Reino de Dios se identifica con la llegada de Jesús. Esto implica en primer lugar, un cambio en los corazones, por eso "el Reino de Dios está dentro de vosotros", para que de verdad tengamos los mismos sentimientos y actitudes de Jesús. Pero por otro lado, el Reino de Dios ya ha comenzado también en la sociedad en la medida que los cristianos nos impliquemos en ella, y vivamos los valores del Evangelio. Los cristianos no podemos ser "profetas de calamidades", ante la situación que estamos viviendo ahora, sino todo lo contrario. Aquellos que, teniendo una mirada más amplia y más profunda, son capaces de ver signos de esperanza de manera que nos haga luchar denodadamente por ello. El Reino de Dios ha comenzado, pero no se extenderá, ni se descubrirá si los cristianos no lo manifestamos. Jesús habla de los eunucos por el Reino de Dios. Su alimento era el Reino de Dios ("la voluntad del Padre"). Ahora que somos los continuadores de su obra, hagamos lo mismo. Pero no vivamos de ilusiones: "antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación". El Reino de Dios siempre está rodeado de fuerte oposición. Que esto no nos desanime, sino nos haga estar en la realidad y purificar nuestra confianza en Jesús, que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo y que el Espíritu Santo "viene en ayuda de nuestra debilidad".

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