martes, 27 de noviembre de 2012

Comentario al evangelio del 27 de Noviembre

Lc 21,5-11: En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: -Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? El contestó: -Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mí nombre, diciendo: «Yo soy», o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida. Luego les dijo: -Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Este evangelio produce en mi mucho realismo porque nos advierte que todo en el mundo caerá, no hay nada eterno. No hay nada ni nadie a lo aura entregar totalmente mi vida y mis ilusiones. Sólo Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. También suscita realismo Parra no dejarnos llevar por ningún Salvador, ni ningún profeta de calamidades, ni del fin del mundo. Dios nos ha regalado nuestra existencia, y en ella tenemos que estar atento a los signos de los tiempos ("contemplativos en la acción"), para discernir su venida continúa, sus llamadas y nuestra respuesta. Por ultimo, nos quiere advertir, pero también infundir confianza. Porque esas catástrofes que enumera no nos llevan al caos, han sido permitidas por Dios, y por eso podérnoslo confiar

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