jueves, 21 de marzo de 2013

Comentario al 21 de marzo

Jn 8,51-59: En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.» Los judíos le dijeron: - «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?» Jesús contestó: -«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: “no lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.» Los judíos le dijeron: - «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?» Jesús les dijo: - «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.» Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo. Seguimos de controversias con los judíos sobre la vida y la muerte. Se cita a Abrahán, el padre en la fe, modelo de todo creyente para judíos y cristianos. También Jesús es para nosotros un modelo de vida. Pero entre estas afirmaciones podemos traslucir la perfecta comunión entre Jesús y el Padre. Pero Jesús no está en el mismo plano que Abrahán, David, Moisés, Jonás...es el Hijo eterno de Dios, el Verbo. Me hace cuestionarme cuál es el grado de confianza, seguimiento o adhesión a Jesús. Si lo considero como un personaje importante, el que da sentido al vivir con su entrega total...o considero como mi Señor y mi Todo. Abrahán lo reconoció y se llenó de alegría.

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