No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío [...] porque eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo." Is 43, 1b.4a
martes, 5 de marzo de 2013
Comentario al evangelio del 5 de marzo
Mt 18,21-35:
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:
- «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
- «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo, "
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
"Págame lo que me debes."
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré"
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Leyendo a este evangelio entiendo aquella expresión de Jesús: el que quiera seguirme cargue con su cruz; hay que morir para ganar la vida.
El perdón no es un sentimiento que se consigue de un día a otro. Precisamente éste es uno de los puntos más difíciles de vivir del evangelio. Muchos cristianos alardean de no perdonar, de no bajarse del burro, de no dar el brazo a torcer. Estarían viviendo otro evangelio paralelo o apócrifo...Y es que estarían construyendo su vida cristiana sobre el resentimiento y el rencor, justo lo contrario del mandamiento principal y primero que es el amor.
Sin embargo, para perdonar hay que renunciar a uno mismo, a los sentimientos, a la memoria, a la razón. Y ésto no es una espiritualidad barata, un espiritualismo, sino ésta es una consecuencia del amor. Sólo podremos conseguir este perdón sincero y de corazón, si nos abandonamos en Dios. Sólo Dios, amor infinito, sin límites y condiciones, amor en "mayúscula", puede darnos a nosotros la capacidad de superar nuestra inercia a guardar todo lo malo para amar al otro.
El modelo lo vemos en Jesús, "aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya"; "a tus manos encomiendo mi espíritu".
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