No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío [...] porque eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo." Is 43, 1b.4a
viernes, 22 de marzo de 2013
Comentario al evangelio del 22 de marzo
Jn 10,31-42:
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó:
- «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?»
Los judíos le contestaron:
- «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.»
Jesús les replicó:
- «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.»
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes habla bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían:
- «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.»
Y muchos creyeron en él allí.
Ahora parece que el motivo de acusación a Jesús es la blasfemia. Y éste era un motivo más grave y profundo.
Los judíos no "conocían" a Jesús. No fueron capaces de abrirse a su persona. Solamente veían sus palabras y sus obras.
Yo pienso que hoy también nos pasa lo mismo a los cristianos. Sabemos todo lo que hizo, y todo lo que dijo, pero sin embargo, no terminamos de abrirnos a Él con plena confianza. Nos sigue pareciendo una gran pretensión que Él sea el Hijo de Dios.
Por eso no terminamos de convertirnos. Por eso no terminamos de confiar en Él. Por eso tantas cosas no tienen sentido.
Ahora bien, cuando lo aceptamos como el Hijo de Dios, sus palabras recobran una dimensión nueva: las encontramos como dichas para mí, y son luz de esperanza en el camino. Sus obras y su vida son las pistas para la vida y son salvadoras.
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