miércoles, 4 de enero de 2023

HOMILÍA DE LA EPIFANÍA 2023

 Celebramos la Epifanía del Señor. Ésta Epifanía se repite en nuestro mundo, en nuestros días, porque todo lo que sale en el evangelio, es como una semilla que se repite continuamente. 


Veamos el relato y me fijaré en dos detalles solamente: lo decisivo que es la guía de Dios, y los dones dados a Jesús.


Comienza el texto situando la escena y los personajes: Jesús, Herodes y los magos. Y aquí empiezan una serie de despropósitos como el que los magos vayan a Herodes a preguntar (habían perdido la estrella), se sobresalta Herodes y toda Jerusalén. Posteriormente convoca a los sumos sacerdotes y escribas (que serán los que luego condenarán a Jesús), y en medio de esa ciclogénesis explosiva, al ponerse en camino, comenzó a guiar de nuevo la estrella. Mateo quiere resaltar, en medio de todo ésto, lo decisivo es la guía de Dios. 


Estos magos pueden representar a tantos de nosotros que buscamos a Jesús, y vamos encaminados, pero luego lo podemos perder. Y en ese ir y venir, si nuestro corazón lo ansía de veras, Dios nos lo mostrará de nuevo, volverá a iluminarnos y a guiarnos. Sólo tenemos que tener algo de paciencia, esperar, porque Dios siempre nos está iluminando.

Puede pasarnos que la situación nos despiste, nos aturda, nos abrume, nos desoriente, pero tenemos que volver a partir, a volver a la senda anterior y seguir caminando con la mirada en el deseo de nuestro corazón. El Papa dijo el año pasado: Este es su secreto interior: saber desear […] Sí, porque Dios nos ha hecho así: amasados de deseo; orientados, como los magos, hacia las estrellas. Podemos decir, sin exagerar, que nosotros somos lo que deseamos. Porque son los deseos los que ensanchan nuestra mirada e impulsan la vida a ir más allá: más allá de las barreras de la rutina, más allá de una vida embotada en el consumo, más allá de una fe repetitiva y cansada, más allá del miedo de arriesgarnos, de comprometernos por los demás y por el bien.


Quisiera también comentar sobre los dones, regalos absolutos y significativos y paradójicos, porque él cambiará las tornas:


El oro para representar la riqueza, pero en Jesús su riqueza es pobreza, miseria. Su poder es el servicio. Su arma el amor. Después de Jesús la riqueza ya no será el dinero, el poseer, el tener, sino el despojarse de todo, porque nuestra mayor riqueza es el compartir, el regalarse, el donarse, el liberarse.


El incienso que representa la divinidad, lo sagrado, la santidad. En aquel tiempo, todo ello era separación, distinción. Sin embargo, están adorando a un Dios que se hace hombre. Por ello, la santidad, la sacralidad, la divinidad no se diferencia de lo mundano en el sentido más pleno de la palabra. “Tanto amó Dios al mundo, que le envió a su Hijo”. Por ello, lo más sagrado es lo más mundano (que no mundanidad). “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” GS 1


La mirra representa la muerte, y Jesús es el que puede vencer la muerte. La muerte no tiene dominio sobre él… pero murió. Dios lo vemos como el todopoderoso, así decimos en el Credo. Sin embargo, Jesús es el frágil, naciendo frágil y muriendo frágil. La debilidad y la fragilidad es también manifestación de Dios. Es más, se manifiesta más ahí que en el poder. 


Seamos como los magos y busquemos a Dios, busquemos su estrella, difícil muchas veces de ver, también para los magos. Busquémoosla en la pobreza, en la fragilidad y en el mundo. Ésta es la Epifanía que Jesús quiere que descubramos, y será la que nos cambie la vida, porque lo veremos tal cual es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario