lunes, 15 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 15 de octubre

En aquel tiempo, exclamó Jesús: -«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» Me alegra mucho ver este evangelio en el día de hoy. Es una perícopa especial para mí. De hecho lo elegí como el evangelio de mi primera misa. Comienza con un agradecimiento de Jesús al Padre porque los secretos, las cosas importantes, el sentido de la vida, del amor, de la entrega, sólo se las revela a la gente sencilla, a los que ponen su confianza en Él. A los que son limpios de corazón. También yo quiero dar las gracias a Dios, porque se ha hecho tan accesible, que, por eso, muchas veces inaccesible. Me explico, a Dios lo buscamos, o lo intentamos ganar con palabrerías, acciones y sólo hace falta un corazón sencillo, sincero, de un niño. Es más fácil acceder a Dios, de lo que pensamos. Él es el que se ha acercado a nosotros. "No son vosotros los que me habéis elegido". Pero lo que más me "coge" el corazón es la invitación a abrir nuestro corazón a Él, de ir a Él. "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados". ¿Cuántas veces hemos ido a recostar nuestra cabeza en el pecho del Maestro? ¿Cuántas veces he ido yo a descargar y descansar en el Él?. Yo me he sentido acogido, comprendido, escuchado, amado. Es la experiencia más bonita y más interesante que podemos experimentar. Por encima, de todo experiencia sensible placentera, que es efímera. Ésta es la experiencia fontal de la vida de una persona, SABERSE AMADO Y QUERIDO pero de una manera como nadie en el mundo podrá hacérmelo experimentar. Y cuando te abres a Él con una confianza absoluta, descargas todos los agobios, problemas, miedos y puedes encontrar un sentido nuevo al vivir, a la entrega de cada día, a los problemas cotidianos. Por eso, luego nos invita a cargar con su yugo (el yugo es una carga compartida), para hacer más llevadera la carga de cada día (mi yugo es llevadero y mi carga es ligera). Haz la experiencia. Cuando la haces, te haces inmediatamente dependiente de su amor, de su cariño, de su paz. Y por último, nos invita a aprender de Él, que es manso y humilde de corazón. En la oración, acudimos a la escuela del Maestro. ¡Cuánto deberíamos aprender de Él, de su mansedumbre, de su humildad! Es lo que cada día le pido al Señor, que yo aprenda en su escuela, que me cincele, para que pueda ser también, manso y humilde de corazón, y así repetir las palabras del Maestro, "vengan a mí los que están cansados y agobiados". Es una bonita y necesaria misión hoy, ser descanso, apoyo y fortaleza de los que están agobiados, desesperados, desesperanzados... Por ello, celebro la misa todos los días.

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