martes, 2 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 2 de octubre

Lc 9,51-56: Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: -Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos? El se volvió y les regañó, y dijo: -No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. Y se marcharon a otro aldea. Se iba cumpliendo el tiempo. Jesús era consciente en todo momento de su misión, de hacer la voluntad del Padre. Y como todas las misiones, tienen su término. Toda su vida de entrega al Padre y su voluntad ("mi alimento es hacer la voluntad del Padre") y a los hombres, converge en la entrega en la cruz. La expresión "tomó la decisión de ir a Jerusalén", realmente es "endureció el rostro". Es una expresión que impresiona, tuvo que echarle coraje para ir a Jerusalén. Leer esto me produce una profunda emoción y un gran agradecimiento. Y todo, por ti y por mi... Fíjate también que toma la decisión de hacer la voluntad del Padre hasta las últimas consecuencias, y tiene oposición, no pueden pasar por Samaría. ¡Cuántas veces confundimos hacer la voluntad de Dios, con que nos salga todo bien!. Más bien hay que decir lo contrario. La voluntad de Dios siempre viene mezclada de una fuerte oposición. Aprendamos de Jesús a "endurecer el rostro" para tomar la decisión de ir a nuestra Jerusalén, pasando por hacer la voluntad del Padre. Que el Señor nos de la confianza que Él tuvo en su Padre para que nosotros también podamos seguir sus pasos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario