jueves, 18 de octubre de 2012

Comentario al evangelio del 18 de octubre

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios». El drama del siglo XXI es éste: "la mies es abundante y los obreros pocos", y cada vez. Cada vez hay más personas que no conocen o ignoran a Jesús, y cada vez hay menos obreros de la viña del Señor. Porque todos los cristianos somos (en palabras del mismo Benedicto XVI el día de su elección) "humildes trabajadores de la viña del Señor". No es para que nos obsesionemos, pero sí para que nos preocupemos. ¿Qué estamos haciendo los cristianos del siglo XXI? ¿Sólo pendientes de nuestras comunidades "estufa", sólo mirándonos el ombligo? ¿No tendríamos que cambiar el chip de manera que el cristiano se caracterice porque es aquel que lleva el mensaje de Jesús, y no por ser aquel que asiste a unas actividades intraeclesiales? Está claro que la misión siempre es dura ("os mando como corderos en medio de lobos"), en todas las épocas. Pero no por ello, menos ilusionante. ¡Dios nos ha confiado a nosotros los misterios del Universo, y somos portadores de esa Buena Noticia!. No es para callárnosla, sino para gritarla a todos los rincones del mundo. Este fin de semana celebramos el DOMUND y nos acordamos de los misioneros. Con nuestra oración, somos su sostén en medio de la misión ad gentes. Seamos misioneros nosotros en este primer mundo, en esta "jungla de asfalto". Muchos no se atreven, porque no saben que decir. Jesús ya lo advirtió ("no llevéis talega, ni alforja..."), solamente hay que testimoniar nuestra fe, que es aquello que hace que mi vida tenga sentido, la haga más plena, más viva, más llena, más auténtica, más bonita... También está claro que hay interrogantes que nosotros no sabemos responder, para ello, en este año de la fe, se te invita a profundizar en el contenido del Credo, y también, sobretodo en el acto de creer, en la confianza. En muchas parroquias hay plataformas de profundización y formación en la fe. Aprovecha la ocasión. ¡Pongámonos en camino, que no hay tiempo que perder! Que el Señor ilumine nuestros pasos.

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