jueves, 13 de septiembre de 2012

Comentario al evangelio del 13 de septiembre de 2012

Lc 6,27-38: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: –A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros. Cuando leo este texto, me hace volar alto, más alto de lo que muchas veces tendemos a volar. Se nos habla del amor, el amor con todas las consecuencias, el amor en todo su máximo esplendor. Muchas veces se dice que el amor es lo más maravilloso del mundo. Se habla del amor como sentimiento. Aquí se habla del amor como actitud. La actitud de hacer el bien al otro. Se suele decir que "la medida del amor es amar sin medida". ¿Acaso podemos medir el amor de una madre? ¿Podremos acotarlo?. Claro que no. La madre es feliz amando, aunque no reciba ninguna respuesta. Algo así se nos pide, que no pongamos coto al amor, que simplemente amemos a todo el mundo. Date cuenta que ésto es un camino duro, ilusinante, paciente. Yo siempre lo veo como una siembra. Sembramos amor. En Dios el amor también se llama misericordia. La misericordia es lo que nos hace valiosos y perfectos. Es la clave de la felicidad Hay un texto del Levítico que dice: "Sed santos como yo soy santo". En los evangelios sinópticos, utiliza la misma expresión cambiando la palabra "santo" por "perfecto". En otro texto, utiliza la palabra "misericordioso". Alguno pensará, ¿cómo podemos ser misericordioso en un mundo dominado por los celos, envidias, contiendas, divisiones? "Aprended de mí". En la escuela del evangelio, de la oración y del encuentro con Jesús; en la escuela de la Eucaristía.

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